sábado, 21 de julio de 2007

Darse cuenta...

Me levanto por la mañana.
Salgo de mi casa.
Hay un socavón en la acera.
No lo veo
y me caigo en él.

Al día siguiente
salgo de mi casa,
me olvido de que hay un socavón en la acera,
y me vuelvo a caer en él.

Al tercer día salgo de mi casa
tratando de acordarme de que hay un socavón en la acera.
Sin embargo, no lo recuerdo
Y caigo en él.

Al cuarto día salgo de mi casa
tratando de acordarme del socavón en la acera.
Lo recuerdo y,
a pesar de eso,
no veo el pozo y caigo en él.

Al quinto día salgo de mi casa.
Recuerdo que tengo que tener presente
el socavón en la acera y camino mirando al suelo.
Y lo veo y,
a pesar de eso,
caigo en él.

Al sexto día salgo de mi casa.
Recuerdo el socavón en la acera.
Voy buscándolo con la mirada.
Lo veo,
intento saltarlo,
pero caigo en él.

Al séptimo día salgo de mi casa.
Veo el socavón.
Tomo carrerilla,
salto,
rozo con la punta de mis pies en el otro lado,
pero no es suficiente y caigo en él.

Al octavo día salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
salto, ¡llego a otro lado!
Me siento tan orgullosa de haberlo conseguido
que lo celebro dando saltos de alegría...
Y, al hacerlo,
caigo otra vez en el pozo.

Al noveno día salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
lo salto
y sigo mi camino.

Al décimo día,
justo hoy,
me doy cuenta
de que es más comodo
caminar...
por la acera de enfrente.

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