martes, 10 de julio de 2007

¿No puede?

Su madre se había marchado por la mañana temprano y los había dejado al cuidado de Marina, una joven a las que a veces contrataba por unas horas para hacerse cargo de ellos. Desde que el padre había muerto, los tiempos eran demasiado duros como para arriesgar el trabajo faltando cada quez que la abuela se enfermaba o se ausentaba de la ciudad.
Cuando el novio de la jovencita llamó para invitarla a un paseo, Marina no dudó demasiado. Después de todo los niños estaban durmiendo como cada tarde, y no se despertarían hasta las cinco. Así que apenas escuchó la bocina cogió su bolso y descolgó el teléfono. Tomó la precaución de cerrar la puerta de cuarto y se echó la llave en el bolsillo. Ella no quería arriesgarse a que Pancho se despertara y bajara las escaleras para buscarla, porque después de todo tenía sólo seis años y en un descuido podía tropezar y lastimarse. Además, pensó, si eso sucediera, ¿cómo le explicaría a su madre que el niño no la había encontrado?

Quizás fue un cortocircuito en el televisor encendido o en alguna de las luces de la sala, o tal vez un chispa del hogar de leña; el caso es que cuando las cortinas empezaron a arder el fuego rápidamente alcanzó la escalera de madera que conducía a los dormitorios.
La tos del bebé debido al humo que se filtraba por debajo de la puerta lo despertó. Sin pensar, Pancho saltó de la cama y forcejeó con el picaporte para abrir la puerta, pero no pudo.
Pancho gritó llamando a Marina, pero nadie contestó a su llamada de auxilio. Así que corrióal teléfono que había en el cuarto (él sabía como marcar el número de su mamá), pero no había línea.
Pancho se dio cuenta que debía sacar a su hermanito de allí. Intentó abrir la ventana que daba a la cornisa, pero era imposible para sus pequeñas manos destrabar el seguro y aunque lo hubiera conseguido aún debía soltar la malla de alambre que sus padres habían instalado como protección.

Cuando los bomberos terminaron de apagar el incendio, el tema de convesración de todos era el mismo:
"¿"Cómo pudo ese niño tan pequeño romper el vidrio y luego el enrejado con el perchero?
¿Cómo pudo cargar al bebé en la mochila?
¿Cómo pudo caminar por la cornisa con semejante peso y bajar por el árbol?
¿Cómo pudo salvar su vida y la de su hermano?"

El viejo jefe de bomberos, hombre sabio y respetado les dio la respuesta:
- Panchito estaba solo...No tenía nadie que le dijera que no iba a poder.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad que despues de leer esto no se como sentirme.
Por un lado no puedo dejar de pensar en la niñera. Creo que es muy humano dejar las obligaciones a un lado cuando el placer llama a tu puerta, pero inmediatamente debería venirnos una palabra a la cabeza "responsabilidad", sobre todo cuando se trata de menores.
"Como va a pasar algo así si nunca ha pasado nada hasta ahora. Y además solo será un ratito" seduró que pensó ella, pero estas cosas pasan, y aunque no pasen..creo que hay que establecer prioridades.
Por otra parte, como mensaje positivo, o por lo menos lo que yo he interpretado, es que somos capaces de mucjo más de lo que creemos y de lo que los demás creen. Cuantas veces nos han convencido de que no somos capaces de hacer esto o aquello. Te lo dicen tantas veces que acabas creyéndotelo. Hay que aprender a arriesgar un poco más en la vida, quizás a veces resulte un acto un tanto suicida, quizas te ayude a cambiar tu vida.

El redactor dijo...

Me ha gustado el relato, sobre todo el final.

Es tuyo ? Si es asi, enseñanos mas !

Anónimo dijo...

No, no es mio, es de Jorge Bucay en "Cuentos para pensar"...