Me dijeron hace unos días que habías vuelto...
Parece mentira la capacidad de supervivencia y egoísmo del ser humano. Cómo nos convencemos a nosotros mismos de que la mala suerte, el destino, etcétera, tuvieron la culpa. Al final siempre resultamos asquerosamente inocentes. De todo. Y quién te ha visto y quién te ve. Quién reconocería ahora en ti al lloroso mierdecilla que se justificaba ante la Guardia Civil, desolado, frente al cuerpo tirado en el suelo aquella madrugada. Pasa el tiempo, y nos justificamos, y si los dolores propios terminan diluyéndose en el recuerdo, para qué decir de los dolores ajenos.
Si la gentuza de tu calaña fuera al talego cada vez que despacha a alguien, las cárceles iban a parecer el camarote de los hermanos Marx. No hay más que veros pasar al volante, inconscientes, letales, a toda leche, creyéndoos inmortales. Seguros, como fue tu caso, de que si alguien palma, será otro.
Por eso te escribo, sabiendo que alguien te hablará del blog, sólo para decirte que ojalá revientes. Cabrón.
Parece mentira la capacidad de supervivencia y egoísmo del ser humano. Cómo nos convencemos a nosotros mismos de que la mala suerte, el destino, etcétera, tuvieron la culpa. Al final siempre resultamos asquerosamente inocentes. De todo. Y quién te ha visto y quién te ve. Quién reconocería ahora en ti al lloroso mierdecilla que se justificaba ante la Guardia Civil, desolado, frente al cuerpo tirado en el suelo aquella madrugada. Pasa el tiempo, y nos justificamos, y si los dolores propios terminan diluyéndose en el recuerdo, para qué decir de los dolores ajenos.
Si la gentuza de tu calaña fuera al talego cada vez que despacha a alguien, las cárceles iban a parecer el camarote de los hermanos Marx. No hay más que veros pasar al volante, inconscientes, letales, a toda leche, creyéndoos inmortales. Seguros, como fue tu caso, de que si alguien palma, será otro.
Por eso te escribo, sabiendo que alguien te hablará del blog, sólo para decirte que ojalá revientes. Cabrón.
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