Quieren a mi hija de un modo más ensimismado y fanático de lo que yo misma pueda quererla; pues los nietos refrescan la sangre de los abuelos, la limpian de cansancios y desengaños y la aceleran con una trepidación nueva, la misma que uno sentiría si el mundo fuese inaugurado otra vez.
miércoles, 9 de mayo de 2007
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