lunes, 28 de enero de 2008



Venga, acepto.
Parece que ya empiezo a entender las cosas importantes.
Bueno, acepto.
Tenías razón cuando decías que la vida era algo personal e intransferible.
Está bien, acepto.
Se puede dormir de un tirón sin que el miedo despierte.
Vale, acepto.


Y te voy a decir por qué:
Por las tardes en las que nos perdíamos haciendo desaparecer nubes.
Por las noches en las que nos drogábamos con la utopía.
Por los mañanas en las que tocabas el timbre de mi cordura.
Por los minutos dedicados, los segundos entregados, las horas confiadas a la palabra amistad.
Por no salvarme y sí acompañarme.
Por confiar en algo llamado yo cuando ese algo estaba perdido.
Por pintar de colores mi escala de grises.
Por sincronizar mi llanto.
Por ser.
Porque cada día sigues siendo.
Porque es imposible no querert.
Por eso,
ACEPTO.

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