"Sólo le había dado miedo morirse por un motivo: morir sin sentirse querida; querida como en las novelas, como en las películas. Morirse sin haber sentido esa mirada silente, esa mirada que taladra y mete las palabras en el cerebro sin necesidad de abrir los labios, sin moverlos.
Y ahora, si tenía que morirse, prefería hacerlo en un campo de batalla, era más digno. No encontraría nunca lo que buscaba. Nunca nadie la miraría como ella deseaba."
Susana Pérez-Alonso
sábado, 18 de agosto de 2007
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