martes, 7 de agosto de 2007

Shakespeare

Un tiempo, después de este tiempo, aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer a un alma; y sabrás que amar no siempre significa seguridad.

Verás que los besos no son contratos, ni regalos, ni promesas... y comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente. Con la gracia de un niño y no con la tristeza de un adulto, y aprenderás a construir hoy todos tus caminos, porque el terreno del mañana es incierto para los proyectos, y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío.

Después de un tiempo verás que el sol quema si te expones demasiado. . . aceptarás incluso, que las personas buenas podrán herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma.

Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla.

Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias, y que no importa que es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida; y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir; y sabrás que no tenemos que cambiar de amigos sí estamos dispuestos a aceptar que los amigos también cambian.

Verás que muchas veces tomas a la ligera a las personas que más te importan y por eso siempre debemos decir a esas personas que las amamos, porque nunca estaremos seguros de cuando será la última vez que los veamos.

Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodean tienen influencia sobre nosotros, pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos, y sabrás que no nos debemos comparar con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejorar, sabiendo que lleva mucho tiempo llegar a ser la persona que quieres ser, y que el tiempo es corto.

Averiguaras que no importa dónde llegaste sino a dónde te diriges, y sí no lo sabes, cualquier lugar sirve.

Comprenderás que si no controlas tus actos ellos te controlarán y que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuanto sea de delicada y frágil una situación: siempre existen dos lados y que la paciencia requiere mucha práctica.

Descubrirás que, algunas veces, la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte y que madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de las experiencias, que con los años vividos.

Comprobarás que hay mucho más de tus padres en ti que lo que suponías, y que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías porque pocas cosas son tan humillantes y sería una tragedia si lo creyese, porque le estarás quitando la esperanza.

Aprenderás que cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te da el derecho de ser cruel, y verás que sólo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero que no saben como demostrarlo. No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.

Sabrás que no importa en cuantos pedazos se rompió tu corazón, y que el mundo no se detiene para que lo arregles.

Verás que el tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás, por lo tanto debes cultivar tu propio jardín y decorar tu alma, en vez de esperar a que alguien te traiga flores.

Entonces y solo entonces, sabrás realmente lo que puedes soportar y lo que has avanzado, que eres fuerte desde tu tristeza y tu pequeñez, que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas, y sabrás que la vida merece la pena cuando tienes el valor de enfrentarla.


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