lunes, 13 de agosto de 2007

¡Y cuánto lo siento!


¿Durante cuánto tiempo, cuánta vida estuve empeñándome en apagar las llamas de otros, impidiendo que azuzasen las brasas, cuidando que el incendio no se extendiese excesivamente y acabase arrasando, quemándonos y destruyéndonos a todos?
Sin tener conocimientos previos, sólo por intuición y con buena fe y amor, hice todo lo que estuvo en mi mano hasta acabar agotada, y determiné que en un futuro vería el humo, pero de lejos.
Ya no me ofrezco, ni ofrezco alternativas. Ahora observo como el pirómano por excelencia se ofrece hasta voluntario para advertir de posibles brotes.
Puede ser que aún se me pegue el olor, pero ya no me tizno Y voy a intentar salir del todo indemne. Incluso quizá lo consiga.

Ya no me quemo más. Ni me agoto por nadie. Ya no.

No hay comentarios: